martes, 13 de noviembre de 2012

Mejorar nuestro matrimonio (II)

Reproducimos un nuevo artículo de la serie "Mejorar nuestro matrimonio":

Es frecuente que los padres no tengamos necesidad de formarnos mejor hasta que alguno de los hijos plantea dificultades que los superan. Acudimos entonces al centro educativo para hablar con el preceptor (si lo hubiere) o se inscriben en un curso de orientación familiar. El “problema”, por decirlo con dramatismo, es el hijo.


Aquí los cónyuges debemos comprender que toda nuestra actividad paterna resultará inútil hasta que, en el seno de la familia, no dirijamos nuestra mirada e influjo renovador hacia nosotros mismos: somos los padres quienes debemos cambiar en primer término para provocar un perfeccionamiento en nuestros hijos.


Cualquier progreso en la vida familiar es fruto de una modificación en la vida del matrimonio, que tenemos que implicarnos más, y más decididamente, en el seno del propio hogar. Sin ese radical compromiso, todo resulta inútil.


La familia es insustituible para la maduración y existencia de la persona en cada uno de sus niveles de desarrollo; desde la indigencia absoluta del recién concebido, pasando por la inseguridad y las dudas del niño o el adolescente, hasta la aparente firmeza autónoma del adulto, la plenitud del hombre y la mujer, y la fecunda pero frágil riqueza del anciano.


Desde este punto de vista sería necesario indicar que la familia es necesaria, no sólo para que sus hijos se perfeccionen; sino también, ¡y antes!, para que los padres “nos realicemos” como personas (que es el objetivo terminal de cualquier existencia humana, sin cuyo logro no alcanza sentido).


Centremos ahora nuestra atención en la necesidad de que el padre y la madre tienen de la familia en función del crecimiento y la mejora de sus hijos. Con otras palabras: para cumplir sus deberes paternos, los componentes de un matrimonio no han de dirigir en primer lugar su atención hacia los hijos, sino hacia el otro cónyuge.

Y la razón es muy simple: la primera-y casi única- cosa que un hijo necesita para ser educado es que sus padres se quieran entre si. Fuera de ese ambiente es muy difícil, si no imposible, que un muchacho se desarrolle pertinentemente. Y el centro escolar o los amigos, a duras penas colmarán el déficit causado por el vacío de amor de los padres.

Hay unas frases que me gustan mucho de Ugo Borghello y me gustaría compartirla con todas vosotras, espero que os guste: “”Cuando se trae a un hijo al mundo, se contrae la obligación de hacerlo feliz, para lograrlo(…) existe sobre todo el deber de hacer feliz al cónyuge, incluso con todos sus defectos. Para ser felices, los hijos necesitan ver felices a sus padres. El hijo no es feliz cuando se lo inunda de caricias o de regalos, sino sólo cuando puede participar en el amor dichoso de los padres. Si la madre está peleada con el padre, aun cuando luego cubra de arrumacos a su hijo, éste experimentará una herida profunda, lo que quiere es participar en la familia, en el amor de los padres entre sí.

¿Qué os parece? ¡no tiene desperdicio!. Hasta el próximo mes.

Isabel Berrocal

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