Con estos juegos, el niño aprende a socializar mientras maneja emociones y las canaliza en sus conductas como por ejemplo: esperar su turno, respetar "la suerte" de otros, ser tolerante, tomar decisiones y al mismo tiempo que está aprendiendo, su mente fortalece funciones como el análisis, el cálculo, el lenguaje, la memoria, etc.
Cuando los mayores enseñan a jugar a los pequeños es también una herramienta de cohesión intergeneracional. El diálogo forma la parte fundamental. Los niños tienen que leer las instrucciones, interpretarlas y volver a ellas en caso de que la jugada sea dudosa. El tiempo de espera al turno muchas veces es cuestión de sentido común porque algunos juegos no tienen tiempo límite para los jugadores. Los jugadores pueden conversar de temas no relacionados al juego mientras se desarrolla la partida, afianzando lazos de compañerismo o de amistad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario