“Cada vez que nos sacudimos la inercia e impulsamos los valores y principios que nos inspiran, contribuimos a nuestra felicidad y la de los demás” Alfonso Aguiló
La primera condición para ser una persona coherente es tener un PROYECTO DE VIDA, tener claro a dónde voy y cuál es el camino.
Para que la vida tenga sentido es preciso esforzarse por eliminar los obstáculos que nos desvíen del objetivo final que nos hemos marcado. Tampoco podemos ir improvisando o dejarnos llevar por modas.
Es verdad que a veces las cosas no son fáciles ni sencillas y en ocasiones resulta difícil mantenerse fiel al propio proyecto, sobre todo por la propia debilidad.
“Si somos cristianos, si hemos aceptado la verdad de Cristo y nos hemos comprometido con él, no puede haber separación entre lo que creemos y lo que vivimos. Cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras deben buscar las gloria de Dios (…)No es tanto aceptar la verdad en un acto puramente intelectual , sino abrazarla en una dinámica espiritual que penetre en la esencia de nuestro ser y transmitirla por el testimonio de una VIDA ÍNTEGRA, FIEL Y SANTA; (…) La fe nos lleva a comprender la verdad sobre nosotros mismos, nuestra dignidad como hijos de Dios y el destino sublime que nos espera en el cielo. Cada uno de nosotros tiene una misión, cada uno de nosotros está llamado a cambiar el mundo, a trabajar por una cultura de la vida, una cultura forjada por el amor y el respeto a la dignidad de la persona humana (…) Cristo necesita familias para recordar al mundo la dignidad del amor humano y la belleza de la vida familiar. Necesita hombres y mujeres que dediquen su vida a la noble labor de educar.” Benedicto XVI
Sólo una vida coherente es capaz de dejar un rastro de ejemplaridad y bien como legado a los que vendrán detrás.
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