Este año en Guadalba hemos organizado un curso de Orientación Familiar sobre "El amor matrimonial". El curso empezará en diciembre, y a lo largo del curso Isabel Berrocal, madre y colaboradora del Club, nos va a ir dando unos consejos que publicaremos en el blog mensualmente.
Queridas amigas, este mes de octubre me gustaría que hiciéramos una reflexión sobre cómo mejorar nuestra relación conyugal y para ello no nos centremos demasiado en nosotras mismas: cuando la comodidades nos arrastran a no ser delicadas, cuando nos olvidamos de esos pequeños detalles que hacen hogar, cuando guardamos parte de nuestro corazón para que no se nos moleste, cuando no somos capaces de contar nuestros deseos, ni nuestros intereses, ni nuestras ilusiones para no tener que compartirlas, cuando anteponemos nuestros hijos a nuestros cónyuge, cuando delante de otros hacemos actos despectivos hacia él , o le faltamos al respeto, cuando una nunca está disponible, que nunca lo está porque aprovecha cualquier ocasión para evadirse... Cuando hacemos todas estas cosas estamos minando algo que es sagrado. ¡Y además nos estamos equivocando!, porque pretendiendo sentirnos mejor en nuestra vida personal, al tratarse de actos de desamor, actos mediocres del comportamiento, lo único que conseguimos es sentirnos infelices, y, a la larga, o a la corta, hacemos infelices a los que nos rodean.
Sin embargo, cuando sonríes aunque te cueste, cuando sabes que con una mirada vale, cuando a pesar de haber tenido un día horrible le dices algo agradable, cuando el primer beso es para él -y que espere el que tenga que esperar-, cuando dejas el teléfono porque él ha llegado, cuando asumes tus tareas domésticas sin quejas porque él tiene otras tantas, cuando dejas claro delante de los hijos o de los padres, que lo primero es él, cuando viéndole agotado le dices que no tienes hoy ganas de nada para que descanse, cuando cansada de no parar le dices que estás para él, que estabas esperando ese momento, cuando sabes apreciar los detalles, el gusto y las normas impuestas por el, cuando aceptamos sus “pequeños” defectos, cuando llega cansado pero, sabiendo que le gusta, la invitas a bailar por el pasillo, cuando el día de su cumpleaños le preparas su plato favorito, cuando eres capaz de preparar con tiempo su aniversario, cuando no te apartas a sus caricias, cuando cogidos de la mano sabes agradecerle esos segundos que os transportan al cielo… en esos momentos… ¡amamos!.
Amigas, ¿no os parece que no es tan difícil, agradar a la persona que tenemos al lado y que va a estar con nosotras el restos de nuestras vida?
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