viernes, 1 de abril de 2011

Un mes, una virtud. Abril: la obediencia

Antes de nada una aclaración: la obediencia no es una virtud para los niños, para hacer la vida agradable a los padres.
Es una virtud- como todas- para toda la vida.
Los padres debemos buscar el desarrollo de la virtud de la obediencia en nuestros hijos en relación con los valores inmateriales que consideramos importantes en la vida e informar con claridad a los hijos sobre estos valores, según las edades.

Esto supone no “quemarse” en cosas poco importantes que no perjudican al hijo, es decir, en las que nos molestan pero son realmente discutibles.

En las importantes podremos entonces dar una información clara sobre lo que queremos, asegurarnos de que lo ha oído y escuchado, y luego mandar, especificando cuándo y cómo debe cumplirlo.

Y después es muy importante apoyar a los hijos, mostrando nuestra confianza en ellos.No nos interesa una obediencia ciega reducida a mínimos.

Definición técnica de la obediencia: Virtud por la que el sujeto acepta, asumiendo como decisiones propias, las de quien tiene autoridad – con tal de que no se opongan a la justicia- y realiza con prontitud lo decidido, actuando con empeño para interpretar fielmente la voluntad del que manda.

Así leído de un tirón yo también me quedo pensando: y esto ¿cómo de come…? Pero si lo diseccionamos adecuadamente y lo analizamos por partes podemos sacarle algunas aplicaciones prácticas muy útiles en nuestro día a día como padres.

1-“Acepta, asumiendo como decisiones propias”. Aceptar presupone tener un motivo y ejercer la libertad.
Antes de los siete años los niños apenas tienen uso de razón y obedecen por cariño porque reconocen intuitivamente la autoridad de los padres y otras personas que les cuidan y les dan cariño y seguridad.
A partir de los tres o cuatro años empieza ese proceso tan molesto para los padres que es la edad del “no” en la que el niño empieza el descubrimiento de su propia voluntad y a partir de los cinco años empieza a exigir que le convenzan para obedecer.

Los niños pueden obedecer por miedo o porque no hay más remedio que cumplir, pero estos son motivos muy pobres. Se trata de animarles a cumplir por amor y que entiendan que hay unas reglas y unos límites, por su bien.
Hasta los trece años la desobediencia no suele provocar grandes problemas pero es el período más útil para enseñar a los hijos a obedecer por motivos elevados con el fin de que adquieran el hábito de obedecer antes de llegar a la adolescencia.
La obediencia es fuente de la verdadera libertad. Lo que esclaviza es el apego a la propia voluntad.

2-…” las de quién tiene autoridad”. La autoridad-servicio de los padres debe ser correspondida por los hijos con una obediencia por amor.
Pero esta autoridad-servicio no basta tenerla (Dios nos la ha conferido para educar a los hijos) hay que saber ejercerla.

La autoridad de los padres debe ser “una influencia positiva que sostiene y acrecienta la responsabilidad y autonomía de cada hijo; es un servicio a los hijos en su proceso educativo, un servicio que implica el poder de decidir y sancionar; es una ayuda que consiste en dirigir la participación de los hijos en la vida familiar; es un componente esencial del amor a los hijos”. F. Otero

Si los padres no ejercemos la autoridad razonablemente, lo más probable es que los hijos no crean necesario obedecernos ni a nosotros ni a ninguna otra autoridad. La autoridad hay que ganarla cada día con una vida coherente. Siempre que obedezcan demostremos nuestro afecto con gratitud, porque aunque tenemos derecho a ser obedecidos, más interés tendrán los hijos en obedecer en cuanto sepan que nos hemos dado cuenta de sus esfuerzos.

3- …”con tal de que no se opongan a la justicia”. Es fundamental que enseñemos a los hijos a pensar antes de actuar, como decía al principio no nos interesa una obediencia ciega.

Debemos fomentar en ellos un sano espíritu crítico que les aleje del peligro de la manipulación, sabiendo distinguir entre lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, entre lo que es justo y lo que no lo es.

En el caso de las leyes civiles el Estado no es la fuente del bien y del mal; no es jurídicamente omnipotente. Ante las leyes contrarias a la Ley natural puede resultar obligatoria la objeción de conciencia y una acción crítica.

4- …”realiza con prontitud lo decido, actuando con empeño para interpretar fielmente la voluntad del que manda”.
Conseguir esto es prueba de madurez interior y de ejercitar adecuadamente la voluntad y la libertad personal. En definitiva es el fruto de una lenta y perseverante labor educativa de los padres que no educan pensando en el fruto inmediato de que haya paz y orden en la familia sino en el futuro de sus hijos como personas bien preparadas para la vida y por lo tanto más libres y felices.

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