Quiere comer más chocolate, comprar más cromos de su colección favorita, mirar más rato la tele… Y le cuesta entender por qué tiene que haber límites.
La templanza (virtud cardinal) y su hermana la sobriedad o moderación (virtudes humanas) son hábitos difíciles de conseguir también para los adultos, pero sólo cuando se asume que es bueno ponerse límites se es más responsable, se tiene mayor autodominio, se vencen los impulsos de egoísmo y por lo tanto se es más libre y feliz.
Los hijos poseen una especie de radar para captar todos los actos y palabras de su entorno y sobretodo no pierden de vista a sus padres. Los observan continuamente desde los primeros años y especialmente en la adolescencia cuando están más inclinados a enjuiciar con excesiva dureza a los demás.
Los padres educan o deseducan, ante todo, con su ejemplo.
No hay mejor modo de enseñar a un niño a "tirarse al agua" que haciéndolo con él o antes que él.
Una educación excesivamente indulgente es una forma muy triste de arruinar una vida. No nos engañemos con "ya afrontará las dificultades cuando lleguen" o "ya sabrá lo que vale un peine". "La vida resultará muy difícil a quien haya tenido una infancia sofocantemente cómoda" (Alfonso Aguiló)
Es muy positivo que cuando queramos que los hijos crezcan en una determinada virtud pongamos en marcha un "Plan de acción" familiar acordado y diseñado entre el padre y la madre según las necesidades de su propia familia y en el que los propios padres se esfuercen en ir por delante. El ejemplo que educa no es el de quién es perfecto sino el de quién está en la lucha por ser mejor.
Algunos objetivos posibles:
- Comunicación frecuente en el matrimonio sobre la administración de los recursos y posibles gastos extras (el desacuerdo en las finanzas 2ª causa de divorcio)
- No tirar comida, aprender a aprovechar restos. Revisar la nevera y la despensa para no dejar caducar ningún alimento.
- No comer a deshora y que las chuches y los caprichos sean algo especial, no lo cotidiano.
- No coger siempre el mejor sitio y cuidar las posturas (no estar habitualmente “tirados” en las camas, sillones…)
- Marcar límites de tiempo para el uso de TV, consola…
- Que los premios, regalos y gastos en fiestas sean proporcionales al motivo y explicarles por qué.
- No ser esclavos de las modas. Aprender a sacar partido de lo que se tiene y cuidar las prendas para que duren. No siempre es mejor algo barato, que no dura.
- Vivir con buen humor las posibles estrecheces materiales.
- Cerrar los grifos, apagar las luces, cuidar el material escolar, cerrar las puertas sin golpes…
- Aprender a esperar (para hablar, para beber agua, para que me ayuden, para que me hagan caso, para conseguir un juguete, ropa…)
- Emplear bien el tiempo, teniendo una clara escala de prioridades. ( no descuidar la atención al esposo/a por dedicar demasiado tiempo al trabajo, aficiones…)
- No aplazar los arreglos y que los hijos colaboren en ellos de alguna manera si son los responsables del estropicio.
- Proponer planes de ocio sencillos (excursiones al campo, peli en casa con cena especial…)
Esperamos que estas sugerencias os ayuden, ya nos contaréis vuestras propias ideas para vivir la sobriedad en familia.
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